Curiosidad:
Recientemente leí en una nota de la revista Muy Interesante que “las mismas regiones del cerebro que responden a las experiencias sensoriales dolorosas se activan durante las experiencias intensas de rechazo social”.
Teniendo en cuenta que tenemos ya bastante sabido cómo el dolor y el placer se asocian y enredan y confunden en la bioquímica de nuestro cerebro, esto me llevó a pensar que, una vez explicado por qué nos gusta el dolor (a unos más que otros), tal vez no es tan difícil de explicar por qué nos gustan también los juegos de humillación en escenas BDSM.
En su experimento, al parecer, los investigadores no tomaban como estímulo de “rechazo social” casos de discriminación laboral, racial, bulling… si no sujetos afectados por una ruptura amorosa. ¿Tal vez buscamos –al menos en parte– ese efecto en los desprecios y vejaciones entre dominantes y dominados?
Lo mío no es más que una pincelada, una idea exprés a raiz de un comentario en una revista… pura y mera curiosidad.
Aquí tenemos explicaciones y reflexiones más meditadas sobre estos temas: “¿POR QUÉ NOS GUSTA EL BDSM?”, de Felina, en Cuadernos de BDSM nº 8
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