El Jardín Perfumado: Suspensiones del Siglo XV

“¡Loado sea Dios, que ha situado la fuente del mayor placer del hombre en las partes naturales de la mujer, y la fuente del mayor placer de la mujer en las partes naturales del hombre!”

De esta forma comienza “El Jardín Perfumado”, un manual árabe sobre las artes amatorias, al estilo del “Kamasutra” o el “Ananga-Ranga”, y que fue escrito por Jeque Nafzawi en el siglo XV.

En él se dan opiniones sobre las cualidades que deben tener hombres y mujeres para ser atractivos. Se dan consejos sobre técnicas sexuales, advertencias sobre salud sexual y recetas para poner remedio a las enfermedades sexuales. También da un listado de nombres para el pene y la vagina, tiene una sección para la interpretación de los sueños, y describe brevemente el sexo entre los animales. Intercalados con ellos hay una serie de historias que tienen por objeto dar contexto y divertir. Resulta interesante la clasificación por tipos de los hombres y las mujeres, según su físico y forma de practicar el sexo.

Incluye también un apartado en el que describen las diferentes posturas para copular, de las cuales destacamos dos debido al particular interés que para nosotros pueden tener.

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El lanzazo: Se suspende a la mujer de cara hacia el techo, con cuatro cuerdas atadas a pies y manos y otra sosteniéndola por la parte media del cuerpo, de forma que su vagina se encuentre enfrente del miembro de su amante que permanece de pie. Éste le introduce el miembro y la columpia, acercándola y alejándola.

La postura supendida: La mujer permanece boca abajo, y el hombre ata cuerdas a sus pies y manos, elevándola por medio de una polea en el techo, tras lo cual, se sitúa debajo mientras sostiene el otro extremo de la cuerda entre sus manos y la baja hasta poder penetrarla. Después, la sube y la baja de esta forma hasta alcanzar el orgasmo.

Así que, ya ven: en el siglo XV, los árabes ya practicaban suspensiones o, al menos, fantaseaban con ellas, habida cuenta de lo dificil que debe resultar practicar la segunda postura descrita sin alguna colaboración extra…

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Nota: La imagen que ilustra este tema no pertenece a “El Jardín Perfumado”, el cual no posee ilustraciones por cuestiones religiosas. La imagen pertenece al arte Mughal Indú, y desconozco si es una imagen antigua o moderna.

DR.

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3 comentarios en «El Jardín Perfumado: Suspensiones del Siglo XV»

  1. Gracias por darnos a conocer este interesantísimo libro, lleno de refinamientos árabes, la cultura de la sensualidad, y con una mentalidad del siglo XV, limpia por tanto de los defectos que podamos haber desarrollado en la actualidad. Es muy curioso en esas técnicas el papel sumiso de la mujer, que se la suspende, se sube y se baja como un objeto, y la intervención de otras mujeres ayudantes que hacen que el acto pierda su intimidad y le dan un toque morboso y competitivo muy interesante.

    Aquí está el inicio del libro en pdf: http://gihaho.site90.net/varios/jardin-perfumado.pdf

    Y unas frases extractadas del cuerpo principal del texto, en donde habla de la diferencia entre actos sexuales sin y con sentimientos de amor, explicando que hay mujeres que sólo alcanzan el orgasmo en las violaciones de sus amantes o actos sexuales realizados con violencia y fueres empujes. También destaca que esta atracción pene-vulva es una orden de Alah que ejecutamos de manera inconsciente:

    «Entre todos los órganos vitales del cuerpo femenino, la matriz es el más impresionable y el que ejerce el mayor dominio sobre el espíritu, provocando que, en los accesos de ciega pasión, la mujer caiga en los brazos del hombre. No existe otra forma de explicar por qué las mujeres razonables se convierten en débiles y voluptuosas. De esta forma, el afecto mutuo caracteriza la naturaleza de la unión carnal, ya que existe una gran diferencia entre las dos formas con que puede llevarse a cabo esta unión: la copulación y la fornicación.

    La fornicación es el acto de la unión carnal mutua con todo su materialismo brutal, ejercido con cualquier persona. Es el acto carnal sin sentimiento para el otro; es sólo una experiencia física y una sensación animal: en una palabra: es hundir la espiga en el hoyo.

    La copulación, por el contrario, es el acto de la unión carnal como emanación directa de la voluntad de Alah; dicho de otro modo, una expresión de amor y afecto mutuos. No se trata de una explotación voluptuosa y cínica de los muslos separados de la mujer. por tanto, cuando amamos, copulamos, pero si el deseo carnal sólo es el que nos impulsa, entonces fornicamos.

    La fornicación puede resultar agradable para una de las dos personas, mientras que la copulación para la otra. Hay que considerar que la mayoría de hombres, en algún momento u otro, han experimentado el deseo de arrojarse sobre una mujer como si fuese un animal, cosa que es la manifestación de nuestros impulsos bestiales o primitivos, mientras que en otros momentos deseamos otra forma de contacto carnal con la mujer, como manifestación de nuestros instintos civilizados o refinados. Y todos sabemos que existen muchas mujeres que no alcanzan el orgasmo a menos que no sean violadas por sus amantes, ya que responden rápidamente al más fuerte empuje y a los asaltos más violentos. Alah es quién les concede estos deseos.

    Finalmente, el deseo y la compulsión inherentes al hombre son los de engendrar, y el destino y el deseo de la mujer quedar fecundada y, por distintos que sean sus pensamientos y su voluntad, tal es la inevitable orden de Alah. Los hombres desean darle a la mujer su esperma, aunque sea mediante actos violentos si es necesario, y las mujeres tienen sed, consciente o inconscientemente, del semen masculino. Tal es el deseo de sus matrices, sin el cual la raza humana se extinguiría. Alah creó el pene y la vulva sólo para que se uniesen.

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