De pactos, consenso y malos tratos

El “pensamiento mágico” que con frecuencia encontramos en el mundo BDSM es algo que está alcanzando niveles preocupantes. El uso del lenguaje de forma retórica y poética no ayuda en absoluto a esclarecer las cosas, complicando cada vez más la comprensión de la realidad y mezclando ésta con un mundo de fantasías que resultan bastante desorientadoras y peligrosas.

Un ejemplo que llevo tiempo observando es el de la idea de que el BDSM es “sensato, seguro y consensuado” en lugar de DEBE SER. Esta diferencia, aunque parece nímia es vital, por que este mal uso del concepto da pie a un pensamiento mágico de tipo: “dado que el BDSM es SSC, si lo llamamos BDSM, ya es SSC”.

Pero esta “perversión mágica” no termina aquí. El siguiente paso es la simplificación de las cosas: para que algo sea SSC, no es necesario asegurarse de ello, no es necesario consensuar, no es necesario asegurarse de que es seguro, no es necesario asegurarse de que es sensato. Se resume en: chicoencuentrachica > ¿hacemos bdsm? > vale, pero que sea SSC!! > por supuesto!!…

En más de una ocasión me he visto envuelto en discusiones airadas acerca de si tal o cual cosa era o no maltrato y no BDSM, encontrádome de bruces contra una pared: “entérese!! Es BDSM y no maltrato!! Es que no sabe que es SSC??… Si es BDSM, no puede ser maltrato!!”. Bien… Pero una cosa es declarar que es una cosa y otra bien distinta que lo sea. Si bien el BDSM no es maltrato, también es cierto que el maltrato es una lacra que afecta a toda la sociedad en todas direcciones, y el colectivo BDSM como parte integrante de la sociedad común no se libra de que existan entre nosotros maltratadorxs y maltratos. Decir eso es como decir: “entérese!! Son cosas de pareja y no maltrato!! Es que no sabe lo que es el matrimonio??”

El pilar básico de las prácticas BDSM es el consenso. Sin consenso, no hay BDSM. La herramienta para hacer efectivo ese consenso es el diálogo. Mediante el diálogo establecemos lo que es sensato y seguro para todas las partes implicadas pues aunque no en demasía, estos dos conceptos tienen un cierto margen de interpretación. No se puede a priori determinar si una práctica es sensata o segura “per se”. Pongamos por ejemplo los juegos de sangre: hacer cortes puede no ser “suficientemente seguro” ni “suficientemente sensato” si quien maneja el útil de corte es un afectado de parkinson, ciego y en un matadero, pero sí puede serlo si lo maneja un cirujano, diestro en su manejo y en un ambiente aséptico. Huelga decir que en ambos casos, consideramos la salud de la persona pasiva como favorable a este tipo de prácticas (por ejemplo, que no sufre hemofilia). Es la comunicación fluida, sincera y no viciada la que permite consensuar de forma informada y libre, y sólo así es posible llegar a pactos con otras personas con las que practicar BDSM. Y es el respeto inmaculado a estos pactos lo que define a los verdaderos practicantes de BDSM. Es lo que marca la diferencia entre nosotros y “ellos”.

¿Significa esto que esos pactos son inamovibles? No, en absoluto.

Como bien sabemos las relaciones, sean éstas cuales sean, no son algo estático y evolucionan. Así, en nuestro caso, lo pactado hoy puede no ser lo que desean las partes mañana. Esto obliga, no a romper los pactos existentes, si no a acordar nuevos pactos, ampliando o reduciendo los anteriores, haciéndolos evolucionar también. En ocasiones, es necesario hacerlo mediante un nuevo diálogo y en otras no. Los practicantes BDSM envueltos en relaciones estables acabamos convirtiéndonos en expertos bailarines de un vals que permite hacerlo sin necesidad de una negociación al uso. Eso sí, esto es sólo válido para las personas envueltas en esa misma relación, cuyos lazos de confianza y conocimiento mútuo lo permiten.

El mundo BDSM no es tan complicado como muchxs se empeñan en hacerlo parecer. Las cosas son mucho más sencillas si somos capaces de liberarnos de ese halo de misterio y magia con el que lo envolvemos y lo reservamos únicamente para el espacio del que nunca debió de salir: Las fantasías consensuadas de los implicadxs. Nadie deja de ser un maltratador por ponerse un nick rimbombante alusivo a su supuesto rol, si no con sus actos. El maltrato no deja de ser maltrato por mucho que le pongamos una etiqueta que ponga “BDSM”. Consentir no es consensuar y las violaciones, los abusos, lo son siempre.

Dragón

P.D. En breve publicaré un artículo en el que podremos ver las consecuencias de este tipo de pensamientos y de nuestra postura “de avestruz” ante ellos…

Tal vez también le interese: «De pactos, consensos y malos tratos (II)».

6 comentarios en «De pactos, consenso y malos tratos»

  1. En algunas ocasiones me ha sucedido algo parecido a lo que cuenta, personas que preguntan acerca de todo esto y cuando tratas de explicar, si lo que dices no es lo que esperan escuchar, intentan por todos los medios de justificar «su visión». El problema es que mucha de esa gente que pregunta, no sabe nada de todo esto y se ha dejado embaucar por una falsa galantería que anda a la caza de novatas con ganas de conocer.
    Y es cierto, que mucha gente escucha, y valora lo que dices, y al menos se cuestionan que la verdad absoluta no existe… pero otras, te intentan vender un bdsm hecho a medida, con toda una serie de condiciones y tratamientos que distan mucho del consenso y de la seguridad… pero si dices algo, o te dicen que no les comprendes, o que no entiendes, o que el bdsm es para ellos eso.
    Pero desgraciadamente el maltrato existe, y los maltratadores también, y en el contexto del bdsm encuentran muchas veces la guarida perfecta para cazar sin ser descubiertos.
    Un saludo.

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