«Este libro no trata sobre la violación, los malos tratos ni la degradación. Es más probable que encontremos a los entusiastas de la violencia mirando el telediario de la noche o disfrutando de una película clasificada X. Si no te importa el placer y el bienestar de tu pareja (o si eres realmente autodestructivo), la magia sensual no es para ti. Representar el papel de un severo pero amante Amo (o Ama) requiere un corazón ético y sensible. Actuar como el hedonista que lo entrega todo, exige una gran fortaleza. El sentido de estos ejercicios es que ambos gocéis, que os sintáis satisfechos con el otro y con vosotros mismos, proporcionar alivio antes que resentimiento, afirmación antes que desesperanza.
Se trata de sofisticados artificios para aquelos que han crecido tanto de mente como de cuerpo. Porque sólo los adultos pueden evaluar en serio los riesgos, expresar sus deseos y consentir en confiarse el uno en el otro.
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Muchas personas jamás creerían que existe una diferencia entre consentir el SM entre adultos y la agresión. Ni una montaña de argumentos les convencería, así que este capítulo no está dedicado a ellas. Está dedicado a aquellos que están dispuestos a experimentar este tipo de sexualidad y ver por sí mismos si es una fuerza positiva o negativa en sus vidas. La agresión se comete contra la voluntad de los individuos; el sádico y el masoquista la establecen en una alianza equitativa. El masoquista escribe el guión y limita lo que le sucederá a su cuerpo, y el sádico se convierte en el director de este drama erótico privado.»
Pat Califia «SM. Los secretos del sadomasoquismo«
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Esta semana toca reflexionar sobre relaciones de abuso, y como lo nuestro es el BDSM, pues abuso y BDSM (oooootra vez. Sí, somos cansinos. Me temo que no voy a decir nada nuevo hoy, pero da igual, nunca hay bastante de algunos temas). En concreto, aunque el abuso y las relaciones insanas pueden darse en cualquier dirección independientemente de roles y géneros (impescindible leer “El Lado Oscuro del BDSM: las relaciones destructivas”, de Felina), esta semana toca Violencia de Género, que es la que se da entre hombre y mujer, así que Amo/sumisa o, tal vez menos habitual y visible, pero seguro que también hay, Ama/sumiso.
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Porque como dice Pat Califia en el fragmento que hemos utilizado para introducir el tema, EL BDSM NO ES MALTRATO. Que ya lo hemos dicho cienes y cienes de veces pero nunca está de más. Y tampoco es cuestión de género, no hay roles-bedesemeros preasignados al sexo. Esto no va de tíos que pegan a chicas gordas desesperadas por un poco de amor (ni de millonarios superguapos megacontroladores que se rinden obsesivamente a los encantos de jovencitas vírgenes). Es una alianza equitativa, un pacto entre adultos que saben qué quieren y qué les gusta y que deciden vivir libremente su sexualidad y establecer sus relaciones como les da la gana, cuadren o no con la moralidad de unos u otros o con los esquemas sociales habituales. El BDSM es ÉTICO. Se basa en el consenso, el diálogo y el respeto, y su objetivo es siempre la felicidad de todos los implicados. Si nos hace felices cosas que tú no entiendes, es otro tema.
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Dicho lo cual, el BDSM ocurre dentro de la sociedad general y sufre los mismos males que el resto de la sociedad. Incluida la violencia de género. No parece cierto que el porcentaje de casos de maltrato en el BDSM sea superior, los pocos estudios que hay (pocos, pero alguno va habiendo) más bien indican lo contrario: que tanto dialogar y comunicarnos para elaborar el consenso hace que nuestras relaciones sean estadísticamente más sanas y satisfactorias que las de otra gente. Pero tampoco tenemos ningún escudo mágico que nos salve de tener entre nuestras filas maltratadores y víctimas, como las hay entre los aficionados a la apicultura o al montañismo.
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No es infrecuente oír que “hay una delgada línea” que separa el BDSM de los maltratos, y que es “difícil distinguir” donde empieza y acaba cada uno. En realidad no es cierto. O no debería.
Puede ser difícil para quien desde fuera observe, sin conocer la realidad de la relación que viven dos personas, y tal vez sin conocer tampoco lo que es el BDSM. Pero no debería serlo para quien está dentro de la relación, o quien conoce DE VERDAD (ojo, no los expectadores superamistosos de foros y similares, con quienes en realidad muchas veces no establecemos más que relaciones superficiales y ocasionales, por muy bienintencionados que sean) a esas personas y sus vivencias. Básicamente se resume en consenso y bienestar.
¿Se trata de verdad de una relación en la que adultos han evaluado los riesgos, expresado sus deseos y consentido? ¿Pero de verdad? ¿Ambas partes pueden hacer eso o en realidad se habló en principio del tema, a lo mejor, pero al final ha acabado resultando que en realidad a una le toca aguantar por ovarios lo que el otro exprese y consienta consigo mismo?
¿Proporciona la relación “alivio antes que resentimiento, afirmación antes que desesperanza”? Es un síntoma muy claro y directo de una relación de maltrato: ¿esperas la llegada de tu compañero y los juegos BDSM con ilusión, o te aterroriza el sonido de las llaves en la cerradura cuando él llega?
Y sabiendo que tu relación debe hacerte feliz y ser fruto de tu consenso… el caso es que te pones ante el espejo… ¿y no estás segura?
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Hay listados de pistas que nos ayudan a analizar la relación en la que estamos sumergidos, precisamente porque desde dentro, con los sentimientos y las perspectivas alteradas, a veces cuesta. No tanto darse cuenta, tal vez sí te das cuenta muy en el fondo, (o al menos a ratos, los malos ratos, hasta que él vuelve a ti en plena fase de luna de miel prometiendo que todo va a ser estupendo)… Pero cuesta asumir que es verdad, que está pasando, y tomar las medidas precisas para hacer que deje de pasar puede ser una tarea titánica.
Ante cualquier duda, lo mejor es respirar hondo y pensar en serio en tu relación. Y para ello puede serte útil apoyarte en textos como este: “Cómo reconocer el maltrato en las relaciones de dominación/sumisión”
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A veces se critica que estos listados pueden dar lugar a equívocos y confundir a alugnos novatos, porque estamos en desacuerdo con algún punto, o porque pensamos que sus enunciados pueden parecerse a algunos planteamientos perfectamente válidos en relaciones D/s.
Pero si leemos las premisas, en realidad, sabiendo de qué estamos hablando, tanto no confunden ni se parecen. Porque somos mayorcitos y sabemos distinguir lo que son hechos y acuerdos de una relación de intercambio de poder sana, con lo que son tips orientativos para ayudar a quien vive EN PRIMERA PERSONA una relación dudosa.
Todos los que practicamos BDSM sabemos la diferencia entre “superar límites” en una relación que evoluciona de forma natural y positiva, y “pasarse por el forro los límites hablados y el consenso establecido”. ¿O no?. Al menos en teoría…
Todos los que practicamos BDSM entendemos la diferencia entre “limito y controlo en un momento dado con quién y cómo te relacionas, como parte de los constructos de nuestra relación D/s, porque nos pone hacerlo así, y siempre sin ocasionarte daños personales ni sociales” y “te aislo social y familiarmente y te convierto en un ser sin amigos ni relaciones, sin nadie con quien hablar y a quien acudir”. Al menos en teoría…
Y así con todo.
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Hasta que lo estás viviendo, y entonces ya no tienes muy claro si es que “debe ser así” porque es BDSM, si es que él tiene razón y es tu culpa, que no eres “una buena sumisa”, o si ese malestar y ese miedo que te ronda el vientre es por lo que realmente sospechas que es: tu pareja está abusando de ti.
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A nosotros, como practicantes de BDSM, no debería preocuparnos que quien duda tenga herramientas para analizar su experiencia. Debería preocuparnos que dude, y que no tenga tal vez redes a las que aferrarse y consultar porque se las han quitado. Que alguien esté manipulando a esa persona y destrozándola poquito a poco. Que no sepa si debe soportar la infelicidad por honor-bedesemero para que no la echemos del club de las buenas sumisas… Que alguien, quien sea, nos pueda usar como excusa para justificar su abuso. Eso es lo preocupante, no que exista un listado de doce o veinte puntos para ayudar a alguien en apuros a reflexionar sobre su vida.
¿Que alguien puede usar esas pautas orientativas para juzgar relaciones ajenas y se equivoca?… Pues bueno, siempre habrá quien tire piedras desde la ignorancia y habrá malintencionados o irresponsables. Eliminar herramientas de ayuda no les hará desaparecer, ni es esa la forma de argumentar y defender el BDSM.
En cuanto al otro temor, el de que alguien inexperto pueda leer un puñado de sugerencias y sólo por leerlas decida que mejor lo deja, que eso que está viviendo es abuso… Hará bien, que se aparte. En todo caso, si alguien tiene alguna duda al analizar su relación sobre si lo que está viviendo es o no es maltrato… pues mira, es mejor que tome cierta distancia. Porque si tiene la duda, es que algo está fallando. Sea que hay maltrato o sea que no tiene claro lo que busca, y necesita hacer un reajuste de expectativas,… si hay dudas, mejor parar.
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lena{DR}
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Tema peliagudo que sale muy a menudo, pero como bien dices, parece que para muchos no acaba de quedar clara la diferencia entre BDSM y abuso, aunque para nosotros es más que obvia. La relación es CONSENSUADA, las «reglas» están establecidas y todo sucede de mutuo acuerdo. Es una pena ver sumis@s que decrecen en la relación con sus Am@s, que son castradas de toda relación interpersonal y que a pesar de su infelicidad sigan creyendo que eso es BDSM. Si la relación te genera ansiedad, te atemoriza y te hace estar insegura de ti misma no es SANA.
El arma más poderosa del maltratador es aislar a su presa para caotizar su autoestima llenándola de inseguridades y complejos de culpabilidad. Tendremos que seguir siendo muy pesados para dejar claro que eso está muy lejos de nuestras prácticas. Gracias lena{DR} por semejante artículo. Saludos a tu Señor.