La Palabra de Seguridad… Otra Vez? Pues sí. Y es que, por mucho que hablemos o escribamos sobre ella, parece que no hay forma fácil y sencilla de sembrar su importancia, no sólo dentro de las prácticas BDSM, si no incluso dentro de cualquier tipo se sexualidad.
Ya he escrito en otras muchas ocasiones sobre el tema, así que intentaré no ser repetitivo e invitarles a leer mis anteriores escritos sobre el tema si les apetece conocer los antecedentes.
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En Mi guía práctica “Tortura de Tetas, by Dragón” la defino como:
Palabra de seguridad: Palabra, gesto o acción previamente acordada por las partes y cuya finalidad es asegurar la adecuada gestión del consenso, siendo su máxima garante, y que debe ser respetada escrupulosamente por la parte “activa”. En caso contrario, estaríamos ante abuso. Permite asímismo explorar y definir los límites entre lo placentero y lo desagradable, entre lo tolerable y lo intolerable, así como informar a la contraparte si algo no marcha de forma adecuada. Debe hacerse un uso comprometido y ético de ella por todas las partes. Detiene la sesión.
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Por supuesto, se pueden utilizar otras palabras para definirla, pero el concepto siempre se definirá en la misma forma.
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A lo largo de los años he mantenido muchos debates tanto públicos como privados sobre este tema, encontrándome con numerosas personas que afirman no utilizarla, señalándola como algo absurdo e innecesario llegando a extremos en que la discusión terminaba “jinchando las venas del cuello”. Pero lo cierto es que, reconduciendo el debate y llevándolo a una charla más íntima, la mayoría terminan reconociendo que “no la uso por que me basta con que me diga ‘para’ ”. Acaso no es eso una “palabra de seguridad”?. Y quienes, a pesar de todo, siguen negando su uso, con el tiempo acaban teniendo malas experiencias y claman a diestro y siniestro su desgracia.
No seamos simplistas y no entendamos la palabra de seguridad literalmente (“si no es ‘supercalifragilisticuespialidoso’, no es palabra de seguridad”) y entendámosla como un concepto, como un “freno de mano”, a la vez que como una forma, tal vez imperfecta pero la mejor que tenemos, de asegurar la presencia del consenso en todo momento y de afilar al máximo la seguridad en nuestras relaciones y/o sesiones.
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(Imagen propiedad de Elena_DarkBerry)
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Si declaramos a “bocagrande” que el BDSM debe ser “Sensato, Seguro y Consensuado” (SSC), cualquier elemento que podamos utilizar para asegurarse lo mejor posible de que es así nunca debe sobrarnos. Y no olvidemos que esta declaración “SSC” no es un asunto baladí: con ella desmarcamos el BDSM de los abusos y/o malos tratos.
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Pero he titulado este texto “La Palabra de Seguridad para Sumisas”… Por qué?
Por que, si bien es cierto que tanto sumisos como sumisas pueden ser víctimas de abusos y/o malos tratos, no se le escapa a cualquier persona bien informada que mayoritariamente son las mujeres las víctimas propicias.
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De esto ya he escrito en anteriores ocasiones, así que, lo explicaré de forma breve:
En la mayoría de las sociedades se asigna un rol a las personas en función de sus genitales, esto es, se nos da una educación sexista, en la cual se incluye cómo debemos de ser y comportarnos según nuestro genitales, si queremos ser aceptados en la sociedad. Así, surgen conceptos arquetipos como “la mujer/novia/esposa/madre ideal”, “El hombre/novio/esposo/amante/padre ideal”, “el amor romántico”, etc. Por supuesto, le toca la peor parte a quienes no son portadores/as del todopoderoso pene.
El colectivo BDSM (llamarlo “comunidad BDSM” en nuestro país sería demasiado ostentoso e ilusorio) no es inmune a estos arquetipos, dado que es un subgrupo perteneciente a lo que podemos llamar “sociedad general” o “sociedad común”, y se impregna de ellos, a veces de forma clara y directa, a veces pasados por el tamiz del pensamiento mágico.
Y es ahí donde se construyen los roles y se asignan a cada uno/a. La sumisa es “mejor”, más “real” y más “auténtica” si es esclava, si se entrega ciegamente y sin restricciones. Y el “amo” es un ser omnipotente, todopoderoso, capaz de sentir “cada latido de su esclava” incluso a miles de kilómetros. Es un ser infalible… Hasta que falla.
Y, por supuesto, la auténtica “esclava” (o sumisa, da igual) NO NECESITA PALABRA DE SEGURIDAD. Debe confiar absoluta y ciegamente en su “amo”. Si la pide, es que no es “de verdad”, que no confía… Y, claro, además debe de ser desde el minuto cero!.
No pasa nada si la sumisa recuerda de improviso que se dejó la olla al fuego, cuando ya se encuentra inmovilizada y amordazada. Tampoco pasa nada si, de repente sufre un desmayo, un ataque de epilepsia o un paro cardiaco. O si, simplemente, cambia de idea y decide que no tiene el cuerpo “pa fiestas” o decide que no quiere continuar con la actividad que estén realizando: el “amo”, con su poder infinito, todopoderoso, omnipotente y omnipresente, notará el cambio de sus constantes vitales, leerá su mente o usará cualquiera de sus infinitos e infalibles poderes para solucionarlo en un pis pás. Y si no, siempre tendrá a quien echarle la culpa.
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La palabra de seguridad no tiene nada que ver con la confianza, salvo el hecho de que tenerla es una razón más para confiar. No es mejor “amo” ni más auténtico el que no usa el concepto de “Palabra de Seguridad”, si no el que disponiendo de él nunca surje la necesidad de emplearla por que se anticipa a ella y/o, en caso de que se “pronuncie” actúe en consecuencia y de forma responsable.
Tampoco se es más o menos sumisa/esclava por exigirla. Un Amo verdaderamente responsable valorará este hecho positivamente. Y disponer de ella, puede marcar la diferencia entre una relación o encuentro feliz y placentero a un abuso/violación/malos tratos… o males aún mayores.
En un próximo escrito, analizaré algunas de las consecuencias de no usar la palabra de seguridad, así como las de su mal uso.
DR.
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2 comentarios en «LA PALABRA DE SEGURIDAD PARA SUMISAS.»